martes, 15 de septiembre de 2015

LA ESTRELLITA Y LA LUNA ALTANERA


La luna era reconocida por su insoslayable altanería. sus etapas de plenilunio se ponía insoportable. una noche hubo en que Karen la pequeña estrellita se le acerco en plan de admirarla por su innegable hermosura pero ella la aparto de su lado con ademanes groseros e hirientes palabras:

-¡Quítate de mi lado insignificante! -le gritaba con desdén.

Grande era la tristeza que embargaba a la estrellita pues sentía un especial aprecio por la dama de las noches claras.
La luna era muy celosa de su espacio por lo que no admitía a nada ni nadie que pudiera disputarle supremacía en los altos cielos desde donde alumbraba precariamente las penumbras de las noches.

Pasaron unos días y la pena fue amilanando a la pomposa lumbrera satelital. Su estructura redonda fue adelgazándose, hasta convertirse en un fino hilo celeste. Entonces se supo que, la luz de la pretenciosa luna, no era propia, sino, que un viejo sol se la proveía desde lejos y que ella, mas que nada, era un eficiente espejo reflejante, que mostraba con orgullo la luz ajena.
Pero, aquel viejo sol, se había ido desgastando y vendría a ser sustituido por uno nuevo. Fue entonces cuando supimos que aquella minimizada estrella, aparentando una ilusoria pequeñez, no era nada mas y nada menos, que un gran sol que, por asunto de perspectiva,  nos parecía pequeña. Así que nuestra amiga, la estrellita, fue llamada de inmediato para reportarse ante el concejo que dirige los destinos del universo, para ser designada como el nuevo sol, que brillaría en los cielos por los próximos 150 millones de años; lo que vale decir: que la existencia visual de la perversa luna, dependería en lo sucesivo de su antigua enemiga: la humilde estrellita. ahora convertida en el nuevo rey del universo. Fue entonces cuando supimos que, las pequeñas estrellas, son en realidad inmensos soles; mucho mas grandes que cualquier luna.Pero que alejados en los resquicios de la inmensidad, esconden su grandeza, allá tras los  lejanos balcones de la vía láctea. dejando brillar, obedientemente, al  que reina en ese momento. por eso se ven tan pequeñas desde nuestro puesto en el universo de la vida.


                                                                  FIN

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