SI SE CALLA EL INGENIO
No me imagino su cuerpo
rechinando
entre el sudor seco de la memoria.
No me imagino sus huesos, ferrosos,
envueltos en el silencio abyecto
de la nada.
no me figuro
su imagen desabrida y calcinada.
La enorme esfinge, en el herrumbre
del descuido, ensimismada.
En el viejo rechinar de sus carretas,
inserto un grito
sordo; enclavado en el viento;
en donde, tras el abismo
supurante, horriblemente oscuro,
se retuerzan los fantasmas
encadenados
del invisible y
troncal espacio muerto
de sus huellas ensangrentadas.
No me imagino
en el infierno silbante
el humo ausente
La braza seca malograda
en su bravura,
hoy llena de vilezas
en la vacía cuenca inmaculada.
Largas gargantas engullendo
sus miserables horas
la caña llora el terrible ocaso
de la muesca
las semillas estériles
en el cadalso
muchedumbre hostil de gusanos
inservibles
podredumbre, lamentos asexuados,
que se multiplican abonados
en la excrementosa mano
de los incubos.
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