jueves, 10 de septiembre de 2015

EL DIAGNOSTICO
(Cuento breve)
De Marino Santana

Su educación le llevó a  levantarse, ante la presencia del galeno que, con rostro compungido, se les aproximaba  y con cierto cuidado. -Usual en estos casos- los pusiera al tanto de la situación…la noticia le extremecio hasta los huesos. De ahí que al oír el diagnostico, don Pascual García, cayera con  pesadez  en el asiento de la sala de espera,  como si le hubieran derribado de un golpe certero en el mentón.

-¿Que tiempo me da de vida, doctor? -Atinó a balbucear, dentro de su repentina confusión.

-Entre dos y tres meses,  no más.- dijo el medico,  con la pena pintada en el rostro.

Pascual  era un hombre fuerte, de buena salud. Uno de esos personajes que odiaba ir al medico.  pero que,  en este caso, no obstante sentirse en perfecto estado de salud; y ante la insistencia de su esposa,  decidió asistir a consulta a realizarse un chequeo general. Cosa que hasta sus hijos vieron con buenos ojos pues querían, definitivamente, conservarlo así por mucho tiempo.

El inicio del deterioro se presentó  con premura. Ya al día siguiente, don pascual no era el mismo,  ni se veía igual. Sus ojos,  antes expresivos y  alegres, hoy se encontraban opacos, casi si vida. Una leve palidez se le comenzaba  a asomar al rostro. Aunque la debilidad se justificara  por la escasa ingesta de alimentos pues, desde aquel momento de la noticia, se le había quitado totalmente el apetito. Podía deberse a los síntomas propios de su recientemente conocido mal. Pero la verdad era que,  don Paco,  ya tenía la muerte dibujada en el rostro.

Un leve, pero persistente  dolor de cabeza,  insistía en instalarse como residente permanente de sus sienes…Nauseas,  vómitos,  calambres abdominales,  fueron afloraron hasta  hacerse amos y señores del, hasta  hace poco, vigoroso cuerpo de don Pascual García.
La gran cantidad de medicamentos recetados agobiaba por igual al paciente. Se tenía que tomar cerca de cincuenta pastillas diarias y todo esto solo para aminorar los síntomas pues estaba claro que cura ya no podía esperar pues, los facultativos fueron claros: no más de tres meses de vida.

Un antipirético, anti vomitivos,  varios calmantes y un anti diarreico; así como también una  gran gama de anti inflamatorios y anti convulsivos. Ya  el hogar de los García semejaba  más una surtida farmacia que la residencia pulcra y organizada que siempre fue.
El acelerado desmejoramiento continuó y sus parientes veían con tristeza como perdía, cada día, mas peso.  El rostro demacrado, el pelo ajado y reseco,  completaban el cuadro de moribundo que presentaba pascual;  a casi veinte días de su diagnostico. Sus hijos y esposa se turnaban para cuidarlo pues, ya era necesario valerlo, era un cadáver viviente el pobre hombre.
Todos estaban casi resignados. Lo que pasaba con él, era lo usual en este tipo de padecimiento; hasta el mismo don pascual, había empezado a ver la muerte, como una especie de liberación.

Después de dos meses y algunos  días de padecer y sufrir, en una tibia mañana de agosto, don Paco entró en un estado depresivo que aceleró los acontecimientos de ahí, luego, a un profundo coma y mas tarde,  entre una mezcla de descreimiento y lamentaciones, en el alma de sus vecinos,  Paco García, el que hace apenas un par de meses,  era todo vitalidad, dejó lentamente de respirar.

El sepelio fue todo un acontecimiento, todos hablaban de la fragilidad, de la vida y de cómo este hombre se apagó de repente: como una estrella fugaz en el horizonte de la vida. La familia quedó desbastada. Su esposa e hijos se recluyeron en su casa, hundidos en una marcada pena. El duelo, les alejó por un tiempo  de la cotidianidad.
Días después, una de esas tardes en que las vecinas insistían en que ya ellos, deberían de quedar conforme con el  señor,  doña Sarita (Que así se llamaba la viuda) echó un vistazo al teléfono móvil de su esposo, un extraño impulso le llevaba a revisar los mensajes recibidos estos últimos días... al hacerlo uno en especial le llamó, poderosamente, la atención, se trataba del medico que le examinó y luego diagnosticó la horrible enfermedad de su finado marido.
El mensaje decía:
-Lo siento mucho don Pascual. Hemos descubierto un grave error en nuestros archivos. Y debido a ese lamentable fallo, le dimos un diagnostico que no le correspondía. por lo que le presentamos nuestras disculpas y nos agrada decirle que  en realidad usted no padece de cáncer,  sino otro paciente. Usted esta totalmente sano. Por lo que le pronosticamos una larga vida…
                                                                    
                                                                                  Fin


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