EL HIJO DE LA LLUVIA

Nací un jueves de mayo, en que llovía a cantaros. Ni siquiera Atila, el caballo del abuelo, pudo sortear  la cañada para traer a Doña Filomena  Toussaint; aquella partera que vivía en el batey Casui. De quien  se decía que se le subía un ser y que por ello, no se le moría ningún muchacho durante el parto, por nada del mundo.

El día anterior, mamá había querido buscar leña con las mujeres del pueblo; a lo que la abuela se negó rotundamente.
▬¡Mira muchacha ¿Pero es que tu estás loca? ¡Ya a ti se te ven los dolores en la cara... conmigo no te hagas la fuerte!- Le gritaba mamá Lola , mi abuela paterna.

Era cierto que, en la noche anterior, sintió ciertas molestias en el bajo vientre, pero no le dio mayor importancia.
 ▬A lo mejor es para entrar en el mes- pensó ella, inocentemente.

Gracias a Don Nilo, que acertadamente,  ese día, tuvo que llevar a margot: la querida del jefe de trafico; en la locomotora número cinco; y amablemente, se prestó para llevarla hasta donde Doña Filo´. Que así le apodaban a  la partera aquella, que tan buena fama tenia.Y, a quien me obligaron a llamar: mamá filo´, por el resto de sus días.
Fui el primero de los cinco hijos que alumbró mi madre. Pero fui el único al cual la lluvia le dio la bienvenida, como para consagrarme a sus designios. Muchas veces sentí, en mis encuentros con la lluvia, una extraña complicidad y cariño.
Pasados los años, me alisté al ejercito y una tarde soleada de agosto (A punto de morir ante la inmisericorde envestida de los invasores) un rayo, cuyo estruendo estremeció medio país, fulminó al  franco tirador que, apostado en el techo de la catedral, solo esperaba el preciso momento para volarme los sesos.
Tras aquel extraño suceso, la lluvia no dejó de caer en toda la noche. Empapándome con su  alegría , como cuando una madre abraza al hijo que no ve por mucho tiempo, o que regresa de un largo viaje en donde, por poco, pierde la vida.

Autor Marino Santana