sábado, 27 de junio de 2015

UN CELULAR PARA LA ABUELA
Cuentos y versos escritos junto a la caña.

A doña Eduvigenes Martinez no le resultó nada extraño aquel hedor que salia, aquella tarde, del cañaveral que quedaba al frente de su casa. Pues, los vecinos, habían concebido la fea costumbre de usarlo como deposito final de los cadáveres de sus mascotas. De forma tal que: perros,gatos ,caballos,gallinas y patos terminaban allí sus días. Importunándole la existencia, con la fetidez que provenía de sus despojos.
Mas, cuando ella comenzó a resabiar, en contra de tal acción, jamás pensó que al descubrir el origen de aquel mal olor, su dolor seria tan grande, que le cambiaría la vida para siempre.
La casita de doña Edu, como le llamaba, la gente a Eduvigenes; marcaba el final del batey central. Más allá, era solo caña. Aquella tarde hacia un calor infernal. Asi que ella llevó, hasta la pequeña galería del bohio, una vieja mecedora y desde allí, dedicaba el resto del día disfrutar del frescor y del hermoso paisaje que le brindaba el horizonte.Y aunque ese atardecer el olor era insoportable, la pobre vieja  podía hacer muy poco. Asi que el vaho se le metió hasta lo más hondo del cuerpo y del alma. Robandole, el poco sosiego del que podía disfrutar por aquellos días.

Eduvigenes rondaba ya los setenta años de edad. Aparentaba mucho menos, pues a pesar de lo duro de la vida, que le había tocado vivir, su temperamento era bastante apacible; y su buen animo, ante casi cualquier situación, convertían esos años en energía, que se le irradiaba por todo el cuerpo.
Desde niña estuvo en el centro de un huracán de miseria y privaciones. Huérfana desde temprana edad, era ella, junto a su madre, el canal para proveer el sustento diario. Luego de la muerte de su padre a manos de un vecino celoso. La vida la obligó a probar el amargo sabor que tiene cuando no hay un ser que te de apoyo y sostén. Recordaba como su madre se preocupaba en decirle:

-Eduviginita la vida es corta, y hay que vivirla, con la alegria suficiente como para olvidarlo.

En aquella vorágine social su madrecita se la pasaba inventando formas nuevas de conseguir el peso.
Por las mañanas bien temprano se levantaban para poder venderle el desayuno a los braceros. Esto consistía en pan horneado ,huevos fritos ,yaniqueques,espaguetis y unos jugos a los que la gente llamaba mabi.
Se iban a pies todo el carril hasta llegar al corte, y luego corte por corte, siempre con una sonrisa pues como decía su mamá:

-Asi, tiene que ser, el que vive de la gente.

No se sabia que era mejor si su sazón o la nobleza de aquella humilde mujer. Cuestión que se expresaba en lo popular que era entre la poblacion de los bateyes.
A veces Eduvigenes tenia problemas en seguirle el ritmo a su activa progenitora. Pero esa fue la base para hacer de ella una mujer de gran temple ,pero, a la vez de un gran corazón.
Doña Edu se caso bastante temprano ,asi que cuando cumplía sus veinte años ya estaba alumbrando su tercer hijo,pues a los trece ya cargaba un niño entre sus brazos.
Crió cuatros vástagos: Julian ,el mayor de los cuatro. Hombre de trabajo y que hoy vive con su familia en el batey Canutillo en donde labora como guarda campestre; Andres quien es tractorista y trabaja para con los Castelar; Maria Isabel y Andrea quienes viven en la Romana.
Andrea tuvo dos hijos con su primer marido y al dejarse de el vino a vivir con su mama , trayendo con ella a sus dos niños pequeños que luego quedaron con la abuela convirtiéndose ambos en la luz de sus ojos.
Andrea fue la ultima de sus hijos con don Julio, quien murió de azúcar, un veintitrés de diciembre; dejándola recién parida. Al igual que su madre tuvo que criarlos con mucho esfuerzo. Mas, orgullosamente levanto a sus hijos y le brindó como pobres lo mejor que pudo. Pero eso si, los hizo hombres y mujeres de bien.
e igual trataba de hacer con sus nietos: Memo y Julito. sobre todo con este ultimo quien era el más apegado a ella.
Pero esos eran otros tiempos y lo que no paso con los hijos vino a pasarlo con los nietos. No con memo quien era muy aplicado y ahora estaba en eso de estudiar ingles y computadora,sino julito quien ya le había ocasionado muchos dolores de cabeza pero quien sabe porque le generaba un extraño cariño.
Ya en un par de ocasiones tuvo que ir a la policía pues este se encontraba apresado por no se que lío de un robo. El caso fue que tuvo que darle un dinero al teniente para que no lo sometiera a la justicia.
Por esa razón su abuela se lleno de alegria cuando el papa lo vino a buscar para llevarcelo a trabajar para bávaro. Eduvigenes sintió un gran alivio el día que vio la camioneta del papá que venia por él. Al irse este, con lagrimas en los ojos, le prometió a su abuela que se portaría bien. Además le dijo:

-Abuela con lo primero que cobre, te voy a comprar un celular. Para que no tengas problemas para llamar a mami, cuando tu quieras.

Pasaron dos largos meses desde aquel día en que el papa de julito vino por él, para que trabajar a su lado y que aprendiera a ganarse la vida con el sudor de la frente,como era costumbre en su familia. Y desde entonces la doña casi no dormía ,había ocasiones en que soñaba que lo veía llegar vestido de ropas nuevas y trayendo consigo el celular que le prometió aquel día.En veces se le oía sollozando a solas en su cama, en espera del nieto favorito.
Aquella tarde en que su casa se llenó de aquel hedor, doña Eduvigenes sintió en varias ocasiones la presencia de su nieto.solo atinó a pensar en él, como tanta otras veces. Atormentada con el fétido aroma, mandó a memo a ver la posibilidad de que, por lo menos, quemara al pobre cadáver y asi aminorar el vaho.
Cuando memo entró al cañaveral, fue siguiendo el rastro dejado por los perros y el avistamiento de varias lauras que revoloteaban en torno al origen del  nauseabundo olor. De pronto avistó un bulto sobre el que revoloteaban miles de moscas. sin dudas, era aquel bulto, el origen del hedor, hubo de espantar a algunos perros que se disputaban parte de aquella cosa,cuando de pronto tuvo la idea de que se trataba de un ser humano no de un animal. A su lado, varios objetos en desorden: restos de ropa y un par de tenis, sobresalían. El mal olor casi le hacia desfallecer pero, algo lo ataba a aquel lugar; deposito final de los despojos de los animales del pueblo. Trataba de encontrar algo que le pudiera dar una idea de quien era éste o ésta infeliz que vino a dar con sus huesos a un lugar como este.El cuerpo ya estaba bastante abotagado,trato de acercarse pero era dificil cuando de pronto escuchó un sonido como el ring tone de un teléfono móvil, asuso´ el oído y esperó orientarse  en la dirección del sonido, de nuevo se escuchó y ésta vez estaba tan cerca que pudo notar entre las hojas secas del suelo la leve luz de la pantalla del dispositivo. ya caía la tarde, asi que se guió por aquel destello entre la bruma que ya abrazaba al cañaveral con una mano tapándose las narices se agachó y pudo ver que se trataba de un celular nuevo.se podía notar que no era barato, Pero...¿a quien pertenecía, al difunto que tenia en el frente o a quien? De nuevo sonó y estaba vez tuvo la osadía de tomar la llamada, casi se desmaya cuando escuchó al otro lado la voz inconfundible de progenitor la progenitora de sus días.

-¡Alo!...¡alo!...¡alo!-
No supo, de donde sacó fuerzas para responder.

-¡alo!... ¿mami?... !soy yo, memo!

- ¡Ah, memo! ¿y mamá?... julito me diò este número, y me dijo que era el número del celular que le iba a regalar a mamá ¿En dónde está ella?

No tuvo el valor para relatarle la situación en la cual se encontraba. miles de ideas revoloteaban en su mente en aquel instante; tantas como moscas sobre aquel cadáver, solo atinó a decirle:

-¡Llamela dentro de un rato...ya voy a buscarla

Pero un sudor frío se deslizó por su cuerpo, helandole hasta los huesos.Con  los ojos desorbitados y un leve temblor en las manos, marcó los números del móvil de su hermano julito. Cuando escuchó el timbre se apretó el pecho mientras escuchaba cada uno de los timbrazos. hasta que una voz fuerte, autoritaria le respondió con estas palabras:

-¡Alo...alo!

-¿Con quien hablo?

-Habla usted con la policía...-le respondieron  desde el otro lado-

-¿Y... usted quien es?

-Soy hermano del dueño de ese celular y creo que estoy junto a su cadáver aquí frente a mi casa.

-No lo creo, su hermano esta aquí  preso. Lo estamos interrogando pues, nos acaba de confesar un asesinato.Dice haberle dado muerte a alguien, porque dizque  le robó un celular.

-¡Pero, mi hermano no es capaz de matar ni a una mosca!

-¡Bueno, pues, ese que usted dice que no es capaz de matar ni a una mosca, acaba de confesar el asesinato, nada más y nada menos que, de su propio padre!


Marino Santana.







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