lunes, 3 de agosto de 2015

                                                EL ENTREGUISTA
                                                   (cuento breve)


Un sonido extraño escuchó  maguey cuando recogía maíz en su conuco, cerca del río. Se asomó por el espeso manglar que lo bordeaba y pudo ver a un grupo de seres, un tanto extraños, hablando un raro lenguaje mientras avanzaban de forma sigilosa. Vestían con unos aditamentos bastante raros, pero, en los espacio por donde sobresalía su piel. se podía notar su extrema blancura. Un feo bello les salia de la cara y cubrían sus cabezas con una especie de cazuela, como las que se usan para cocinar el maíz o buscar agua al arroyito de los caciques, como le llaman al manantial que queda en la falda de la colina encantada.
Pudo ver claramente como mataron a un cerdo salvaje, con un artefacto que llevaban cada uno de ellos en las manos y como cruelmente destazaron sus carnes para después ponerlas al fuego y comérselas con placer; Casi se desmaya del susto al ver aquello.
Pero, pudo sacar fuerzas, sabrán los semies de donde, y salió corriendo para avisarle al cacique del peligro que tales seres representaban.
El jefe del cacicazgo se estaba bañando cuando el aterrorizado Maguey llegó, apresurado, a darle la noticia. No bien terminó de contarle aquello, cuando ya el jefe había mandado a preparar sus mejores galas; se hizo maquillar y se puso un perfume francés que le habían traído unos amigos filibusteros  en una ocasión en que vinieron a buscar de aquel metal brillante que abundaba en las arenas de los ríos y que los volvía locos  al encontrarlo. ¡Como disfrutaba tomando de un liquido que ellos traían  y, a su vez, ellos de las mujeres de la tribu, luego de ingerirlo!
Los demás miembros de la tribu, que se habían reunido alrededor de la choza principal, esperaban, arcos en manos,  las ordenes de su líder, mas,  luego de un buen rato y de mucho  acicalarse, éste salió, como siempre, con su mejor  sonrisa...en búsqueda  de los extraños visitantes...

Todos quedaron estupefactos, pero, así era Guacanagarix...¡Que se le iba hacer, carajo!

                                                                        fin

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